Reseña Las lecciones peligrosas de Alissa Nutting

Hola,

Hoy os traigo la reseña de un libro cuyo argumento no es apto para todas las mentes.


Título: Las lecciones peligrosas 
Autora: Alissa Nutting
Editorial: Anagrama
Número de páginas: 320
Precio: 19,90
Sinopsis: 
Es de noche y, ansiosa ante su primer día como profesora de instituto, Celeste Price se masturba con furia. Así arranca Las lecciones peligrosas, que pronto pulverizará cualquier atisbo de normalidad que pudiera haberse concebido en el exiguo espacio de dos contundentes párrafos. Y es que Celeste es joven, y es hermosa, y tiene un marido, Ford, que es policía y tan hermoso como ella. Ambos forman una pareja perfecta, pero sólo sobre el papel; pues, mientras se satisface en silencio, Celeste adopta precauciones para que Ford no la toque. La explicación que nos da de este hecho desconcertante es muy clara, y más perturbadora aún: «Me lleva muy pocos años, puesto que yo tengo veintiséis y él treinta y uno. Pero supera en más o menos diecisiete años la edad que acapara todo mi interés sexual.»

Opinión Personal: 

Nos encontramos ante una de esas novelas de argumentos valientes pero también repulsivos. Reconozco que es la primera novela que leo sobre la pederastia, en este caso, entre las aulas, y que es un tema muy arriesgado, del que no todo el mundo está dispuesto a leer. Para más inri, la novela está basada en un caso real, por lo que es difícil no leer esta novela con unos ojos, si cabe, más críticos.

La protagonista de esta novela es Celeste Price, una profesora de 26 años, a la que describen como una mujer preciosa, con rostro de modelo. Esta joven está casada con Ford, un policía muy guapo que procede de una buena y adinerada familia. Celeste odia a este hombre, de hecho, se casó porque le daba una vida cómoda y llena de lujos, no por amor. Es tal su desprecio por él que reconoce haber fantaseado con su muerte, tan solo para poder quedarse con todo su dinero.

El gran pilar de esta novela es la propia Celeste. Creo que es la primera vez que una protagonista me resulta tan repulsiva, no solo por sus actos, sino por esa mente tan fría que tiene. Su mente no deja de maquinar en todo el día, le da mil vueltas a todas las cosas y se plantea, siempre con una mente muy fría, las opciones que tiene por delante. Y a lo largo de la novela, nos damos cuentas de que en su mente solo hay cabida para ella y su estilo de vida y que es capaz de hacer CUALQUIER cosa para mantenerlo.Durante toda la novela, demuestra que no se arrepiente de sus actos, de hecho, se jacta de todo lo que hace y lo glorifica, creyéndose siempre más lista que nadie. Es tan amoral, tan desagradable, que aún así no se me ocurre mejor protagonista para la historia.

Esta es una historia de sexo, de obsesión y de dependencia. Y de cómo todo se hincha, como una manguera que alguien pisa y deja que todo estalle en la cara sin remedio. La protagonista insiste siempre en que a ella solo le satisfacen los preadolescentes y no duda en contar con lujo de detalle sus métodos de seducción y sus andaduras sexuales. La autora no duda en contarnos con lujo de detalles todo lo que esta hace, siempre llevándonos al límite de lo repulsivo y lo políticamente incorrecto.  Creo que a la autora le ha faltado un mayor posicionamiento, una mayor crítica, ya que ella muestra los hechos pero no los enjuicia, no veo una crítica clara en sus palabras.

El final de la novela me ha indignado. Sabía que el libro está basado en un caso real pero esperaba que las cosas terminasen de un modo diferente. Me ha hecho dudar del sistema judicial actual y me ha hecho pensar en que quizá, la sociedad puede ser más permisiva de lo que me gustaría con "una simple chica guapa". La autora plantea lo siguiente: ¿se ve con mejores ojos a una depredadora sexual femenina que masculina? ¿Hasta qué punto podemos confiar de la bondad y la inocencia de las personas con un rostro bonito?

En definitiva, es una novela cruda y dura que no es apta para todos los lectores por tratar temas delicados. Me hubiese gustado ver un final más crítico, juicioso.  y no tan cíclico que demuestra que nadie, al fin y al cabo, puede cambiar.